Consideramos que la crisis espiritual, moral y socioeconómica en que viven las familias de hoy es el generador principal de la desintegración familiar. En nuestro país, especialmente aquellas familias que viven en comunidades populares y en condiciones infrahumanas, que no logran poder proporcionar a sus miembros el sustento básico y necesario para un sano desarrollo, incuban en su dinámica familiar, de manera consciente o inconscientemente, factores emocionales de riesgo que fomentan el fenómeno de orfandad y abandono de sus miembros; específicamente los más vulnerables: niños, niñas adolescentes y ancianos).

Es común ver en nuestras calles caritas sucias y hambrientas de aquellos menores que se han visto obligados/as a hacer de estas, no solo su medio de vida, sino su ambiente, su hogar.  Allí se agrupan, formando bandadas, en su necesidad de pertenecer a una familia, se protegen unos a otros, y buscan su sustento a como dé lugar; unos limpian cristales, otros venden agua, flores, entre otros, hasta muy tarde de la noche, pero algunos, en el peor de los casos, seducidos o inducidos, optan por prostituirse o delinquir buscando respuesta a sus tantas necesidades.  

Es por esta razón, que nos sentimos comprometidos a llegar hasta ellos a través de un programa psicoterapéutico y espiritual que les proporcione nuevas alternativas y estrategias que les permita canalizar correctamente sus necesidades y obtener verdaderas respuestas favorables para un buen funcionamiento como individuos.